En general, los padres que se acercan al Rudolf vienen buscando algo que no está en el sistema de educación tradicional, ellos quieren algo distinto a las experiencias que tuvieron en su infancia y advierten que los colegios tradicionales no están respondiendo a esa necesidad. Por otro lado, ante una sociedad, un sistema, que en y desde varios ámbitos se encuentra en crisis, buscan una educación que dé a sus hijos otras herramientas, promueva la autonomía y la libertad. Como señala Rudolf Steiner, no nos interesa que la generación de niños y jóvenes que estamos formando sea lo que el orden establecido, el sistema, quiera hacer de ella, sino que la sociedad se construya a partir de las fuerzas y miradas sobre el mundo que las nuevas generaciones traigan.
Si por adaptarse al sistema se estuviese entendiendo el ingreso de los alumnos a la universidad, conjetura factible, cabe señalar que dicho objetivo si bien es una preocupación no es la meta de nuestra mirada pedagógica. Actualmente, vivimos en un mundo donde cada vez existe una mayor movilidad e inestabilidad, tanto en los ámbitos de los saberes como laborales. Según datos del 2011, el 50% de los jóvenes que en Chile ingresan a la universidad no terminan sus carreras, en tanto que el 57% de los que egresan no trabajan en lo que estudiaron ni en algo relacionado. Desconocemos como será el mundo en quince, veinte o treinta años, pero sabemos que será distinto, por consiguiente, entendemos el proceso de formación que se da en el kinder, la básica y la media, como fines en sí mismos (no un paso para otra cosa), en donde los estudiantes vayan desarrollando sus capacidades, habilidades, inquietudes y autonomía, para así actuar, desde sus individualidades, en el mundo que les toque vivir.